Por: Yessica Barrios Saltarín
La historia de vida de muchos artistas, parte de las ganas inmensas de hacer arte y vivir por él y para él, pero, por mi parte, hay un resquicio de equivocación que se convirtió en un proyecto de vida. El teatro entró a mi vida por una recomendación ajena a mi acerbo, dada por alguien que no conocía de mi rutina de vida, de mis metas, sueños ni visiones, pero ¡cuán acertada estuvo esa recomendación!
Todos, o por lo menos la mayoría de artistas, arrancan contando su historia exponiendo lo importante que era para ellos hacer arte, pertenecer a los grupos artísticos en el colegio, participar de los actos cívicos y todas aquellas actividades que involucraban un mundo de exploración creativa, pero mi historia… mi historia es algo diferente: una chica que soñaba con ser abogada, con el único fin de luchar contra tanta corrupción y eventos nefastos cometidos por seres humanos hacia su mismo ser, sin pensar que en algún momento la vida le cambiaría por un simple examen.
Me inscribí en la Universidad del Atlántico con el sueño de estudiar y graduarme en Derecho, desconociendo que tenía la posibilidad de presentarme en dos carreras. Por lo que escogí como segunda opción Arte Dramático, ya que creía que pasaría en Derecho. Sin embargo, por cosas del destino, mi puntaje fue poco para este mientras que sobrado en Arte Dramático. Aquí inició mi viaje y se empezó a construir un futuro profesional agarrado del arte y la cultura.
Al entrar al programa de Arte Dramático, descubrí que en el mundo del teatro hay un sinfín de profesiones que lo hacen un arte colectivo. El teatro no solo es actuar y dirigir, los oficios técnicos de las demás artes también hacen parte del andamiaje teatral. Uno de estos es el vestuario escénico. Lo que poco a poco se convirtió en mi pasión, ese quehacer que siempre me ha transmitido miles de emociones, tal cual pasa con los actores y actrices en escena.
De este descubrimiento nace Glamour Yl, una mezcla de elegancia, moda y concepto, que decidí crear para fortalecer uno de los oficios de la escena. Con este emprendimiento, he tenido la oportunidad de realizar un sinfín de vestuarios para escuelas de formación, grupos profesionales y actores independientes de la ciudad de Barranquilla.
El vestuario me ha enseñado el poder del desdoblamiento, enfrentarme a un montaje clásico y, al finalizar, tomar uno contemporáneo o circense. Esto me guía a ser versátil, a saber nada y saber todo. Cada montaje es un estudio diferente, un análisis exhaustivo de múltiples estilos, pero con el vestuario me siento completa.
Cabe anotar que, aún existe muchas debilidades en el campo del vestuario, pues algunos son ausentes de concepto, o como dice un amigo docente “vestuarios que parecen 24 de diciembre”, porque están creados sin vida, sin vejez y sin textura. Además, en este proceso, he reconocido que en algunos momentos hasta la ropa usada se convierte en una prenda magistral para nutrir el concepto de una creación, pues siempre existirá un grupo naciente, un nuevo espectáculo o un personaje creándose.
De estas inquietudes, y demás reflexiones que siguen surgiendo en mi quehacer, nace CLOSET TEATRAL, un espacio donde actores, directores, diseñadores de moda, sastres y modistas encuentran una alternativa eficiente y eficaz para concretar sus ideas de diseño, confeccionar prendas y/o resignificar vestuarios ya existentes para ajustarlos a las necesidades de un nuevo montaje o personaje teatral.
Hace muchos años atrás, soñaba con ser una gran abogada, pero hoy solo deseo una cosa: posicionar Closet Teatral como un espacio creativo, que funcione como facilitador en los procesos de asesoría, diseño y creación de vestuarios para las artes escénicas de Barranquilla, posteriormente, en el país y, por qué no, en un futuro poder viajar por el mundo apoyando la construcción de más espectáculos escénicos.